Entrando a disfrutar su cuarto año en Atlético, porque así te lo hace saber de entrada, Rodrigo Aliendro no se mete en temas que no les corresponden, cuenta. Y cuando se refiere a esos ítems, en todo lo involucrado a su futuro inmediato, planta bandera. “Me dedico a prepararme como siempre, de la mejor manera; me dedico a pensar en jugar al fútbol en Atlético. Acá soy feliz”. Así, con esa sentencia, el “Corazón Decano” termina de comprarse a lo que le resta del mundo “celeste y blanco”, si es que ya no lo tenía antes en el bolsillo.
Se habló mucho de su salida, de que Estudiantes lo quería, de que Independiente ya pagaba el dinero que pretendía Atlético por él. Pero el “Pincha” y el “Rojo” amasaron demasiado la pelota y desde 25 de Mayo y Chile le dieron vía libre a dos futbolistas que quizás no tenían pensado liberar: Guillermo Acosta y Luis Rodríguez. Ambos pidieron irse.
Sus respectivas salidas, positivas por cierto, desempolvaron una vieja sección que la institución hacía rato no operaba: venta de jugadores. Lo de Aliendro, en cuanto a dinero, hubiera sido más importante, por edad y por intención de quienes se comunicaron en reiteradas oportunidades a los teléfonos del Monumental.
Pero se dio que “Pulguita” y Acosta se fueron primero y que un sector de hinchas “decanos” puso el grito en el cielo. Insólito. Atlético se abrió al fin al mercado, vendió a buen precio (embolsará $ 43 millones limpios) a dos futbolistas con más de 30 años encima, que le dieron lo mejor de sí al club, pero las quejas se reprodujeron con el mismo énfasis que el famoso pedido de “poné a los pibes”. Amén de que hay calidad y cantidad de relevos para reemplazarlos. En ciclos cumplidos, lo mejor es dar paso a las siguientes generaciones. El ABC.
Aliendro, por caso, a los 27, es el futbolista más revalorizado de Atlético. Se lo ganó. Su cotización se debe a lo producido en cancha: cuatro goles por la Superliga siendo volante central (mentiroso, claro), puesto en el que jugó casi 1.030 minutos. Totalizó casi 1.000 en la Copa Libertadores 2018 y otros 200 en la Copa Argentina. A las estadísticas de los números habría que agregarle su despliegue, el quite y la cantidad de kilómetros que corrió a lo largo de la temporada. “Peti” podría correr cualquier maratón y terminar, seguro, en el podio. Es incansable este tipo. Dio la vuelta al mundo persiguiendo, gambeteando y anulando rivales.
Y así como no siente el rigor del desgaste, tampoco piensa en lo que hubiera sido su carrera profesional después de Atlético. “Si me quedo un mes más, dos, seis o lo que fuera, igual voy a ser feliz. Estoy muy cómodo acá”, le dice a LG Deportiva. Es más, sabiendo todo lo que generó su apellido en el mercado de pases, ni él ni su representante fueron a tocar la puerta de la tesorería del “José Fierro”. Lo lógico, por cómo funciona la marea de los futbolistas, es solicitar una mejora salarial, más aún luego de que Atlético casi que confirmará que Rodrigo no se irá. Ojo, si llega un buen dinero por él, sí, se va a ir. Posta.
“Peti” fue a la cancha el martes pasado con el resto del grupo a hacer fútbol, no a pedir un aumento. “Es un señor con todas las letras, y si merece ser reconocido, será reconocido”, anticipó el presidente Mario Leito a este diario. En Atlético, este Atlético en el que no priman las individualidades sino el conjunto, cada una de las partes debe estar feliz. Esa es la prioridad, asegura Leito. Es la forma en que mejor funciona la máquina. A los hechos se remite.
“Estoy contento por el reconocimiento que se me ha dado. Gracias a los compañeros, porque sin ellos esto no me hubiera pasado”. Pudiendo encarar su unipersonal, Rodrigo no se olvida del grupo. Ni tampoco de Ricardo Zielinski. “Me dijo que esté tranquilo, que siga como siempre y que, pase lo que pase conmigo o decida lo que yo decida, para él iba a estar bien. Se portó muy bien conmigo, se lo agradezco”.
Este chico, que durante su paso por las inferiores en Chacarita se las rebuscó como cadete de una pizzería, lleva en su sangre el sentido de pertenencia por Atlético. Acá fue donde se hizo de un nombre, donde reescribió la historia de la institución junto al resto de sus compañeros. Algunos están, otros siguieron su camino. El hincha, agradecido. “Es de lo más lindo que la gente te quiera y demuestre tanto afecto. Debo aprovecharlo, cuando me toque jugar”. Pudiendo sentirse rey, “Peti” se mantiene en un papel de reparto. Humildad, se le llama.
En el juego de los estados emocionales, Aliendro repite que nada cambió en él. “Yo siempre tuve la cabeza acá, estuve pensando en Atlético y siempre me entrené para mí, que es lo que me va a llevar a conseguir más cosas acá en el club y también en un futuro”, asegura, y repite lo que dijo al principio de la charla, como para disipar las dudas. “Me tocó quedarme a mí, y si me toca estar un mes más, dos o seis, siempre voy a dejar todo por esta camiseta. Hasta el último día”.